Hoy es el Domingo de oración mundial por la misiones, día en que todos los cristianos nos unimos a rezar unos por otros para ser testigos del Evangelio desde nuestras distintas opciones de vida.
Nosotras, monjas de vida contemplativa, queremos compartir con todos ustedes la alegría y plenitud que nos da el Señor en nuestra misión desde la contemplación. Dice Nuestra Madre Santa Clara: "Nuestra misión consiste en sostener a quien vacilé en su vida".
A continuación compartimos los testimonios de dos hermanas nuestras, Hna. Alejandra y Hna. Cecilia, que radican ya en África y hace 4 años salieron a fundar un monasterio de contemplación en esas tierras de misión. También compartimos dos testimonio de hermanas de nuestro monasterio, aquí en México, Hna. Gracia de Jesús Eucaristía y Hna. Nathali, ya que para misionar no hace falta ir a un lugar lejano, somos misioneros en la medida que alumbramos con la luz de Jesucristo nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
Nosotras, monjas de vida contemplativa, queremos compartir con todos ustedes la alegría y plenitud que nos da el Señor en nuestra misión desde la contemplación. Dice Nuestra Madre Santa Clara: "Nuestra misión consiste en sostener a quien vacilé en su vida".
A continuación compartimos los testimonios de dos hermanas nuestras, Hna. Alejandra y Hna. Cecilia, que radican ya en África y hace 4 años salieron a fundar un monasterio de contemplación en esas tierras de misión. También compartimos dos testimonio de hermanas de nuestro monasterio, aquí en México, Hna. Gracia de Jesús Eucaristía y Hna. Nathali, ya que para misionar no hace falta ir a un lugar lejano, somos misioneros en la medida que alumbramos con la luz de Jesucristo nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
HERMANA ALEJANDRA
Soy la hermana Alejandra del Corazón de María. La Hermana Angélica me pide que comparta mi experiencia misionera, ya que hace 4 años formo parte de la primera comunidad fundada en tierras africanas Milange-Mozambique. Ahora, que por falta de salud tuve que venir a México, puedo ver de lejos lo que ha sido mi vida entre los negros.
Sí, el 16 de julio del 2006 salimos de México para ser apoyo a nuestras hermanas que en el 2004 habían fundado el Monasterio de Nuestra Señora de la Eucaristía, ellas son: Hna. Humbelina, Hna. Lucia, Hna María Elena y Hna. Olga Lidia; y dos mozambicanas que fueron formadas en Cesena, Italia, Hnas Cristiana y Verónica, y gracias a que no tenían en Italia quien las ayudará, pidieron a México ayuda a nuestra comunidad de Lago de Guadalupe (Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles). Se accedió a la petición después de un discernimiento profundo y momentos de oración. Una hermana regresó por falta de salud, después de un año y medio escribieron pidiendo una hermana para completar el número de las que iniciaron, y la madre que en este tiempo era la Hna. Ana María González, en consejo sugirió que fuesen enviadas dos hermanas, entre ellas me enviaron a mí.
"Sí, Jesús", fue mi respuesta; yo sentía que iba a ayudar y apoyar a la comunidad en lo que ella necesitaba. MI primera ilusión fue que África en su pobreza me iba a ayudar a vivir con más radicalidad mi pobreza personal, y nunca imaginé qué pobreza el Señor me pedía.
Llegamos a Milange el 29 de junio del 2006, fuimos recibidas por el P. Bernardo Capuchino, el Hno. Samuel, profeso perpetuo, y nuestras hermanas que formaban la comunidad; fueron abrazos y alegrías, todo marchaba viento en popa. La casa a que llegamos era pequeñita, con 5 cuartos, un comedor y una cocinita. En el mes de noviembre del mismo año pasamos al monasterio donde las hermanas con la ayuda de arquitectos y padres capuchinos se construyó el monasterio. Era una construcción bien hecha, con techo de lamina, era de mejor calidad que todas las casitas que teníamos alrededor, eso me hizo sufrir mucho, ver la pobreza de mis hermanos negros, fue una crisis muy fuerte, hasta que un día estando delante del Santísimo, sentí cómo el Señor me pedía lo que a nuestro Padre San Francisco dice en una admonición:
Fué así que pedí ayuda en la oración ayuda al Señor y pido a Él su gracia para vivir y ser.
Ahora me lanzo como San Pablo a vivir la experiencia del día a día, y todo vivirlo como gracia, la oración del rosario me ha hecho sentir la necesidad de que Él crezca y yo disminuya. África me ha enseñado a vivir el amor y a verlo todo como una gracia inmerecida.
Verónica, Sí, lo que creí dar, lo estoy recibiendo. La gente, alegre y generosa, pobre, pero sabe compartir de su pobreza lo poco que tienen. Me pregunto ¿cómo comparto tanto de lo que he recibido? África ha sido para mí el lugar de muerte y resurrección a una vida nueva, un ideal más alto, no de cuidar normas y preceptos, sino abrirme a un horizonte de amor, aceptación, un lugar en donde todo es gracia, regalo de Dios, a lo que día a día, la hermosura, el poder de Dios se siente, se vive y nos hace crecer, implantar el carisma en tierras en donde no es conocido. No es fácil, pero la gracia de Dios va haciendo que todo sea una realidad. Nuestro carisma de oración y trabajo se va viviendo y vamos dando colorido a ser sacramentarias en África, Milange, gracias a mis hermanas de comunidad: Hna. Humbelina, Hna. Lucia, Hna. Cristiana, Hna.Hna. Cecilia, Hna. Olga Lidia, Hna. Margarita, Hna. Cecilia y Hna. Joana.
Me siento muy feliz y lo que creí dar, lo recibo de ellas a manos llenas. Alabemos al Señor por tan grande misericordia en tierras mozambiqueñas.
Sí, el 16 de julio del 2006 salimos de México para ser apoyo a nuestras hermanas que en el 2004 habían fundado el Monasterio de Nuestra Señora de la Eucaristía, ellas son: Hna. Humbelina, Hna. Lucia, Hna María Elena y Hna. Olga Lidia; y dos mozambicanas que fueron formadas en Cesena, Italia, Hnas Cristiana y Verónica, y gracias a que no tenían en Italia quien las ayudará, pidieron a México ayuda a nuestra comunidad de Lago de Guadalupe (Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles). Se accedió a la petición después de un discernimiento profundo y momentos de oración. Una hermana regresó por falta de salud, después de un año y medio escribieron pidiendo una hermana para completar el número de las que iniciaron, y la madre que en este tiempo era la Hna. Ana María González, en consejo sugirió que fuesen enviadas dos hermanas, entre ellas me enviaron a mí.
"Sí, Jesús", fue mi respuesta; yo sentía que iba a ayudar y apoyar a la comunidad en lo que ella necesitaba. MI primera ilusión fue que África en su pobreza me iba a ayudar a vivir con más radicalidad mi pobreza personal, y nunca imaginé qué pobreza el Señor me pedía.
Llegamos a Milange el 29 de junio del 2006, fuimos recibidas por el P. Bernardo Capuchino, el Hno. Samuel, profeso perpetuo, y nuestras hermanas que formaban la comunidad; fueron abrazos y alegrías, todo marchaba viento en popa. La casa a que llegamos era pequeñita, con 5 cuartos, un comedor y una cocinita. En el mes de noviembre del mismo año pasamos al monasterio donde las hermanas con la ayuda de arquitectos y padres capuchinos se construyó el monasterio. Era una construcción bien hecha, con techo de lamina, era de mejor calidad que todas las casitas que teníamos alrededor, eso me hizo sufrir mucho, ver la pobreza de mis hermanos negros, fue una crisis muy fuerte, hasta que un día estando delante del Santísimo, sentí cómo el Señor me pedía lo que a nuestro Padre San Francisco dice en una admonición:
"El verdadero pobre sabe aceptar a los demás sin criticarlos, el verdadero pobre no tiene voluntad propia, el verdadero pobre, vive sumiso a la voluntad de Dios, en todo sabe agradecer lo que Dios le ha dado"He estado reflexionando ¿Que tanto vivo la voluntad de Dios tal como Él me la presenta?, después en detalles de fraternidad, mi mente tenía un esquema muy cerrado en cuanto al silencio y leyendo "La sabiduría de un pobre", dice nuestro Padre San Francisco que quien no tiene paz interior no puede decir el saludo de "Paz y Bien", y no es verdaderamente pobre.
Fué así que pedí ayuda en la oración ayuda al Señor y pido a Él su gracia para vivir y ser.
Ahora me lanzo como San Pablo a vivir la experiencia del día a día, y todo vivirlo como gracia, la oración del rosario me ha hecho sentir la necesidad de que Él crezca y yo disminuya. África me ha enseñado a vivir el amor y a verlo todo como una gracia inmerecida.
Verónica, Sí, lo que creí dar, lo estoy recibiendo. La gente, alegre y generosa, pobre, pero sabe compartir de su pobreza lo poco que tienen. Me pregunto ¿cómo comparto tanto de lo que he recibido? África ha sido para mí el lugar de muerte y resurrección a una vida nueva, un ideal más alto, no de cuidar normas y preceptos, sino abrirme a un horizonte de amor, aceptación, un lugar en donde todo es gracia, regalo de Dios, a lo que día a día, la hermosura, el poder de Dios se siente, se vive y nos hace crecer, implantar el carisma en tierras en donde no es conocido. No es fácil, pero la gracia de Dios va haciendo que todo sea una realidad. Nuestro carisma de oración y trabajo se va viviendo y vamos dando colorido a ser sacramentarias en África, Milange, gracias a mis hermanas de comunidad: Hna. Humbelina, Hna. Lucia, Hna. Cristiana, Hna.Hna. Cecilia, Hna. Olga Lidia, Hna. Margarita, Hna. Cecilia y Hna. Joana.
Me siento muy feliz y lo que creí dar, lo recibo de ellas a manos llenas. Alabemos al Señor por tan grande misericordia en tierras mozambiqueñas.
HERMANA CECILIA
"Como el Padre me envió, así, Yo, los envío a ustedes"
Vocación misionera, llamamiento de cada día.
Vocación misionera, llamamiento de cada día.
Mi experiencia misionera es muy sencilla, pero en todo momento he estado acompañada de la presencia y del amor de Dios.
En un inició cuando se hizo la petición de la fundación de África, pensé que era el momento de Dios para realizar mi deseo de ir a tierra de misión. No era así. El momento de Dios aún no llegaba. Pasando el tiempo, Él vuelve a hacer la petición e invitación, pidiendo dos miembros más. Cuando aquel desea había desaparecido, ya no me hacía ilusión la idea de ir a la misión, caía en la cuenta que para ser misionera no se necesita ir especialmente al lugar de misión, sino que podía ser misionera desde el propio lugar donde me encontraba. Jesús tocaba de nuevo, me resistí mucho y me decía a mi misma:
"dejaré el lugar para otra persona, hay otras hermanas que desearía ir, además son mejores, incluso santas".Él lo dijo: "Te basta mi gracia", y así fue. Después de 4 años de experiencia me doy cuenta de que lo que estás llamado a ser lo aprendes de la gente a la que estás llamado a servir. En mis primeros encuentros con la gente, descubrí la gran miseria en que vivían, material, económica y espiritual. Sin embargo, llevaban un fuego dentro de ellos que los hacía no rendirse ante el dolor, al hambre, las dificultades de la vida familiar, ante la explotación en el tráfico de sexo, y me preguntaba, cuál sería el secreto de donde ellos sacan tanta fuerza y coraje para luchar manteniendo siempre la felicidad en sus rostros. La respuesta era Dios. La gente es muy practicante de la religión, para ellos cuando rezan no cuenta el tiempo.
Algo muy en el fondo insistía mucho,
"No, no iré, cuando yo quería Tu, no, y ahora que Tu quieres, yo no", "no soy para el caso"
Así me lo dijeron hace 2 años.
"¿Porqué insistes ahora?, ¿Qué voy a dar sino soy la adecuada?"
"TE BASTA MI GRACIA"
"Tengo miedo, miedo a fallarte, miedo al fracaso, pero si Tu lo quieres, aquí estoy, envíame"
Y la gracia llegó con toda su fuerza.
No puedo negar que los primeros meses fueron difíciles por causa de la adaptación a la nueva forma de vivir, por la alimentación, la soledad que sentía, pero sobre todo lo que más me costó fue cambiar mi manera de pensar y de actuar y tratar de adaptarme a la de ellos para poder ir inculturándome, porque si me resistía a hacerlo me iba a costar más.
Dios que vela por nosotros con tanto amor, que nos da su gracia para que podamos responderle, pero sobre todo que cumple sus promesas. Durante estos años vividos allá, se ha hecho muy presente en mi vida y en muchas ocaciones, casi lo he palpado, estás vivencias son las que alimentan mi deseo de continuar con generosidad y alegría en la misión, aunque la gente aún no comprenda nuestra vocación contemplativa, Dios la hará fecunda en sus corazones a través de nuestra ofrenda silenciosa.
Me encomiendo a sus oraciones para que pueda ser fiel hasta el último momento.
HNA. GRACIA DE JESÚS EUCARISTÍA
Este es el más ardiente anhelo que hay en lo más íntimo de mi alma.
Desde mi experiencia personal, creo que en la medida en la que me he ido sumergiendo en la contemplación del misterio de Cristo Jesús, mi Señor, ha brotado en mi alma un profundo deseo de ser misionera desde mi hermosa y sublime vocación de Clarisa Capuchina Sacramentaria.
Creo que soy misionera en la medida en que me deje trasformar en Jesús Eucaristía... Es desde mi fe viva y profunda que puedo experimentar esta asombrosa realidad.
Creo firmemente en aquella celebre afirmación de San Juan de la Cruz: "Un acto de puro amor es más valioso que todas las obras de apostolado juntas".
Mi alma y todo mi ser anhelan ardientemente ser una "eucaristía viviente". "una ofrenda viva que de continuo se eleve al Padre en comunión con Jesús Eucaristía por la salvación de todos".
Con Santa Teresita del Niño Jesús a quien amo con singular predilección, quiero ser el amor que lance a todos los misioneros a llevar en sus mismas vidas el fuego del Espíritu Santo, la Buena Nueva de la salvación.
Siendo fiel a mi vocación tengo la certeza de que mi vida será sumamente fecunda con la misma fecundidad de Dios... Creo en la eficacia de una vida oculta y silenciosa, en una vida que va muriendo paso a paso, para que otros tengan vida eterna.
No cambiaría mi vocación por ninguna otra, ya que desde la fe, en un instante la eficacia de mi humilde y pobre oración llega a todos los confines de la tierra.
Desde mi experiencia personal, creo que en la medida en la que me he ido sumergiendo en la contemplación del misterio de Cristo Jesús, mi Señor, ha brotado en mi alma un profundo deseo de ser misionera desde mi hermosa y sublime vocación de Clarisa Capuchina Sacramentaria.
Creo que soy misionera en la medida en que me deje trasformar en Jesús Eucaristía... Es desde mi fe viva y profunda que puedo experimentar esta asombrosa realidad.
Creo firmemente en aquella celebre afirmación de San Juan de la Cruz: "Un acto de puro amor es más valioso que todas las obras de apostolado juntas".
Mi alma y todo mi ser anhelan ardientemente ser una "eucaristía viviente". "una ofrenda viva que de continuo se eleve al Padre en comunión con Jesús Eucaristía por la salvación de todos".
Con Santa Teresita del Niño Jesús a quien amo con singular predilección, quiero ser el amor que lance a todos los misioneros a llevar en sus mismas vidas el fuego del Espíritu Santo, la Buena Nueva de la salvación.
Siendo fiel a mi vocación tengo la certeza de que mi vida será sumamente fecunda con la misma fecundidad de Dios... Creo en la eficacia de una vida oculta y silenciosa, en una vida que va muriendo paso a paso, para que otros tengan vida eterna.
No cambiaría mi vocación por ninguna otra, ya que desde la fe, en un instante la eficacia de mi humilde y pobre oración llega a todos los confines de la tierra.
HNA. NATHALI
Me han pedido que comparta mi experiencia de ser misionera desde mi forma de vida, tras los muros de este convento.
Al pensar en eso mi corazón se estremece y todo mi ser vibra ante tan hermosa vocación, al mismo tiempo me pregunto cómo expresar en palabras este misterio que es una realidad en mi vida?
Comenzaré por decir que ser misionera es llevar a Jesús, es dar a Jesús, es ser Jesús y participar de su mismo destino. Un misionero, lucha trabaja, se cansa, sufre y goza, es perseguido, pero todo es nada con tal de dar a conocer a Cristo.
Mi experiencia de ser misionera desde el convento, es el fruto más hermoso de mi entrega, la ofrenda que he hecho a Dios de mi vida, vida que se va consumiendo día con día en la oración, en el estudio, en el trabajo, en el servicio a mis hermanas, en lo cotidiano de cada día y que encuentra su centro y su cúlmen en le Eucaristía donde me ofrezco con Cristo en el Altar de la vida. Y así ser un canal de gracia para toda la humanidad donde Dios se manifieste y llegue a su pleno conocimiento, su Plan de Salvación.
Para mí, ha sido todo un proceso creer que mi vida trasciende en los muros de este convento porque no vemos nada, no vemos los frutos de nuestro desgaste, de nuestro agotamiento a cansancio, sin embargo, allí el Señor me ha concedido muchas experiencias en donde he confirmado que la oración trasciende los muros de este hermoso monasterio y las gracias llegan a donde tienen que llegar. Pero la mayor parte de las veces no veo nada, sin embargo existe en lo más profundo de mi corazón la confianza de que nada de lo que he hecho por Cristo y por su amor queda infecundo. Es así como mi vida se va consumiendo, como una vela a los pies del sagrario. Mucha gente no me conoce, ni sabe de mí, pero esta es mi misión:
Al pensar en eso mi corazón se estremece y todo mi ser vibra ante tan hermosa vocación, al mismo tiempo me pregunto cómo expresar en palabras este misterio que es una realidad en mi vida?
Comenzaré por decir que ser misionera es llevar a Jesús, es dar a Jesús, es ser Jesús y participar de su mismo destino. Un misionero, lucha trabaja, se cansa, sufre y goza, es perseguido, pero todo es nada con tal de dar a conocer a Cristo.
Mi experiencia de ser misionera desde el convento, es el fruto más hermoso de mi entrega, la ofrenda que he hecho a Dios de mi vida, vida que se va consumiendo día con día en la oración, en el estudio, en el trabajo, en el servicio a mis hermanas, en lo cotidiano de cada día y que encuentra su centro y su cúlmen en le Eucaristía donde me ofrezco con Cristo en el Altar de la vida. Y así ser un canal de gracia para toda la humanidad donde Dios se manifieste y llegue a su pleno conocimiento, su Plan de Salvación.
Para mí, ha sido todo un proceso creer que mi vida trasciende en los muros de este convento porque no vemos nada, no vemos los frutos de nuestro desgaste, de nuestro agotamiento a cansancio, sin embargo, allí el Señor me ha concedido muchas experiencias en donde he confirmado que la oración trasciende los muros de este hermoso monasterio y las gracias llegan a donde tienen que llegar. Pero la mayor parte de las veces no veo nada, sin embargo existe en lo más profundo de mi corazón la confianza de que nada de lo que he hecho por Cristo y por su amor queda infecundo. Es así como mi vida se va consumiendo, como una vela a los pies del sagrario. Mucha gente no me conoce, ni sabe de mí, pero esta es mi misión:
"Vivir en lo oculto bajo la mirada de Dios, participando de su misterio de redención, ser alabanza de su gloria. Amén"